Otra visión psicológica de la tragedia de Edipo

Edipo Rey es una obra de tal popularidad en nuestra época, que uno suele saberse la trama en profundidad sin conocer la historia.

Profesionalmente, en psicología, Edipo toma una magnitud que no creo ni necesaria aclarar; Freud lo ha tomado como base del psicoanálisis y el desarrollo de la personalidad. Pero yo me encuentro en otra posición en cuanto al Complejo de Edipo freudiano, fundamentalmente en lo referente a la connotación incestuosa a la que presta especial atención el padre del psicoanálisis, ya que lo veo como una interpretación sesgada por los tabúes de su época.

Aclarado esto, me interesa hacer un análisis más amplio de la tragedia, considerando los diferentes símbolos que nos muestra Sófocles, que más tienen que ver con la búsqueda de la propia identidad que el plot twist de encamarse con tu madre.

 

Sobre el gobernar a ciegas

La idea del gobierno de nuestras propias vidas es un concepto que, por más cliché que sea, me parece fundamental en la concepción de la salud mental. Se encuentra enraizado al concepto de libertad, y no precisamente a la idea psicoanalítica de la importancia de entender las motivaciones de nuestras acciones, sino del ser y actuar en coherencia con quienes realmente somos y deseamos.

La ciudad está devastada, no levantó cabeza desde la Esfinge porque quien la gobierna (Edipo) no conoce su origen. Esta verdad debe salir a la luz para que – al menos lo que tiene que ver con el pueblo – haya paz.

Edipo, sin tener ni idea de qué hacer, llama a la calma como puede y se pone en el proceso introspectivo que requiere la situación. Pero una cosa es querer el cambio y otra muy distinta aceptar el cambio, de ahí que Edipo diga: “Sería yo malvado si, cuando llegue, no cumplo todo cuanto el dios manifieste” y luego se niegue a hacerle caso.


Sobre los mecanismos de defensa

Tiresias es fundamental como mecanismo del Yo, responsable de traernos el material inconsciente que nos revela la verdad sobre nuestro ser. Sin embargo, como siempre digo: “la mente es sabia y siempre busca cuidarnos”. Tiresias, en esta función de traernos la pura verdad, se resiste a revelarle algo a Edipo que bien sabe su mente no podrá soportar, porque si nos jodemos nosotros, con nosotros se jode la consciencia.

Edipo. – El que no tiene temor ante los hechos tampoco tiene miedo a la palabra.
[…] 
Tiresias. – Porque veo que tus palabras no son oportunas para ti. ¡No vaya a ser que a mí me pase lo mismo…!

La realidad es que no hay nada más comprobable que la verdad. Y si bien en ciertos casos me puedo esconder tras la racionalización*1 de las palabras, nunca se puede escapar del peso de la realidad.

Sin embargo, ante la revelación del oráculo, viene la proyección*2 de este mal inconsciente que guarda Edipo, primera pauta de que es una verdad que su consciencia no podrá soportar.

Junto con esto, la falta de honestidad a la lógica que aplica en su acusación a Creonte es una profunda negación*3, que se hace más evidente contra la opuesta actitud del acusado al decir: “No lo sé. De lo que no comprendo, prefiero guardar silencio”. Los mecanismos de defensa no son más que estrategias de cuidar la psique humana. Edipo rehúye constantemente de enfrentarse a una verdad.


Sobre el descubrimiento de nuestro verdadero ser

Yocasta. – ¡Oh desventurado! ¡Que nunca llegues a saber quién eres!

La reina madre trae una idea que se repite en la tragedia del mito griego de Narciso.

Tiresias. – Vivirá hasta una edad avanzada, si no se conoce a sí mismo (Ovidio, Metamorfosis).

Yocasta no solamente prohíbe a Edipo seguir por el camino del conocimiento porque la implica a ella, sino por el cuidado al propio hijo. ¿Por qué? Las madres representan el opuesto a la identidad. En los primeros meses se vive en un estado que se define como de simbiosis con la madre; no es hasta que llega la permanencia del objeto y otros elementos del neurodesarrollo (8 meses aprox.) que uno entiende que hay un mundo habitado más allá de la teta, y que soy un Yo que se diferencia del Otro gracias a mi identidad.

El parricidio que comienza en la adolescencia termina siendo el auge de la definición de la personalidad. No es específico hacia el padre, sino hacia los padres, porque requiere dejar de lado la pertenencia familiar: dejo de ser mi apellido para ser mi nombre. Este es el destino de todos, pero para ello debe haber una imagen de nuestro padre y nuestra madre en nuestro mundo psíquico (no es que vayamos a matar a los de verdad), darles una muerte simbólica para sentarnos nosotros en el trono de nuestro mundo psíquico.

¿Por qué, si Edipo hizo algo normal y esperado, termina ciego? Por renegar de su (nuestro) destino. Convertir a nuestros padres en ángeles caídos no es algo esperado, sino necesario, aunque esto implique una de las mayores angustias de las personas, un miedo tan fundamental como la soledad: entregarnos al desamparo y renegar la paz de la protección adulta. Negarnos a esta realidad nos llevará a una vida de ceguera con el mundo exterior.


Sobre las conclusiones psicológicas
Reformulemos el Complejo de Edipo de esta manera: yo deseo identificarme con el progenitor (padre-padrastro/madre-madrastra) del que uso como referencia para la formación de mi personalidad, y los elementos de la personalidad del otro progenitor quedan de forma latente, guardados sin ser desarrollados en mi inconsciente; esto lleva a que los proyecte en una forma que se vivencia como atracción (sexual o no) hacia un otro.

El parricidio, entonces, es fundamental en este proceso, porque es la forma en la cual la identificación de la referencia quede solo en eso… una referencia. Si no, corro el riesgo de caer en la literalidad. Cuanto más se reniegue, más inconsciente será esa identificación y más me controlará sin yo quererlo, así como más inconscientes serán los rasgos del otro progenitor, y más los proyectaré en otro buscando (casi literalmente) una madre o un padre.

 

 

 

 

 

 

 


 

*1 mecanismo de defensa mediante el cual se hace uso excesivo de la razón y la lógica para no conectar emocionalmente con un evento.

*2 mecanismo de defensa mediante el cual atribuye en otro emociones o sentimientos que me pertenecen.

*3 mecanismo de defensa mediante el cual se niega ciegamente algún aspecto de nuestro ser que tememos sea real.




Comentarios

  1. "Pero una cosa es querer el cambio y otra muy distinta aceptar el cambio" está muy buena esta distinción con el caso de Edipo.
    "Tiresias se resiste a revelarle algo a Edipo que bien sabe su mente no podrá soportar, porque si nos jodemos nosotros, con nosotros se jode la consciencia." Tiresias entendía que la verdad estaba sobrevalorada ^ ^.
    Muy valiente redefinir el complejo de Edipo, Freud estaría orgulloso. Pero no entendí del todo :( sobretodo la diferencia con la versión anterior pq me falta bibliografía.

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    1. Freud en realidad utiliza a Edipo para sostener/comparar su teoría, porque él se focaliza únicamente en la parte del incesto de la tragedia y el deseo inconsciente que en realidad es común en todos acerca de esta represión. Sería para estudiar e investigar largo y tendido, yo creo que el incesto es algo que se viene reprimiendo desde que él hombre tiene un mínimo de inteligencia por las dificultades genéticas que trae consigo, hoy en día entendemos la razón, en época ancestrales se le atribuiría que a los dioses no le gusta que tenga relaciones con personas cercanas de mi familia y maldecirían mi descendencia.
      Yo creo que el incesto, más que representar el deseo reprimido hacia la madre, en el caso de Edipo, avisa del peligro de caer en la literalidad de en lo que tiene que ver con mi identidad y relacionamiento, buscar a una madre por el hecho de no aceptar/querer matar simbólicamente a mi padre repitiendo sus mismos patrones y convertirme una extensión de él. Es una cuestión de la identidad propia que logramos al romper con la pertenencia familiar.

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